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22 La plebe gritó exaltada:

— ¡No es un hombre sino un dios el que habla!

23 En aquel mismo instante, un ángel del Señor lo hirió de grave enfermedad por haberse arrogado el honor que corresponde a Dios, y murió comido por gusanos.

Pablo y Bernabé regresan de Jerusalén

24 Entre tanto, el mensaje de Dios se divulgaba y penetraba por doquier.

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